miércoles, 10 de julio de 2019

Mi chiquillo y yo

"Angel Victor es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos..."


Para un "padre" aunque sea putativo le resulta difícil comenzar una descripción de las virtudes de su vástago, de ahí la copia.

Estamos a poco mas de 24 horas de vivir un cambio de ciclo político en Canarias y ver como el Partido Socialista recupera un espacio hurtado en 1993. Angel Victor Torres "mi chiquillo" durante estos últimos cuatro años, se enfrenta a la mayor responsabilidad que jamás pudo soñar.

Un éxito que le llega por el esfuerzo y la visión de muchos y sobre todo por unos pocos que apostaron por considerarlo en su momento, el mejor dique de contención frente a la ambición de Patricia Hernández y el intento de Juan Fernando López Aguilar de segundas partes, que como todos saben nunca son buenas.

Esos pocos, apostaron por comenzar el camino que ahora culmina y que a buen seguro será difícil. 

El próximo Presidente se tendrá que enfrentar a varios retos. Por un lado formar un gobierno estable con cuatro socios y en el que estén los mejores perfiles (que me consta que los hay) y no los habituales enredadores de la historia reciente y no tanto, del socialismo canario.

Esos que se han acostumbrado a repartirse la pedrea de los cargos, gobierne quien gobierne, a pesar de su manifiesta incapacidad para la gestión de lo público (Saavedra  sabe de lo que hablo, jamás una "lista" (perdón por lo de lista) le dio tantos quebraderos de cabeza)

En otro lado, lo más complicado. Tendrá que controlar a su Vicepresidente y socio de gobierno, acostumbrado a moverse en terrenos resbaladizos con mayor habilidad.

No le va a resultar fácil gobernar y tener que vigilar continuamente a quien acostumbra a anteponer sus intereses a todo lo demás (José Miguel Pérez también sabe a lo que me refiero)

A estas alturas y con los movimientos que mucho me temo se producirán en próximas fechas para cambiar el rumbo de mi gobierno en el Cabildo de Gran Canaria de una cosa estoy seguro, antes de acabar el verano, Román me negará tres veces...

Al "chiquillo" suerte, la va a necesitar.